Entre gritos y bocinazos

Cómo disfruto esas mañanas de Trofeo Rector animando a mis compañeros del Rayo Atzavares. Los gritos, los bocinazos y las cancioncillas absurdas pueden dar mucho de sí. Este año inauguré mi particular temporada futbolística en el partido del Rayo contra el FC Ingenieros. Los periodistas estaban tranquilos, los ingenieros no intimidan mucho, los equipos más temidos son los de Ciencias del Deporte. Pero resultó que los del equipo rival tocaban el balón mejor de lo esperado y ganaron a los de periodismo (9 goles a 2). Espero que los chicos hayan aprendido con este tropezón a tomarse las cosas con más filosofía.
Reconozco que desconecté un poco del partido porque me ocupaba otra terea mejor. Verán, este año la organización del trofeo Rector repartió entre los inscritos unas tarjetas personales, con fotito y todo. Con ellas se pretendía eliminar el “tráfico de futbolistas”, obligando así a los chicos a jugar sólo con el equipo que se han inscrito. Pero el ojo crítico de Ángel descubrió que un jugador (que encima parecía salido de Oliver y Benji) había jugado esa misma mañana otro partido, con otro equipo.
Los chicos del Rayo acudieron a Heriberto Ferrandiz, responsable de la Organización de Eventos y Torneos Internos de la UMH, pidiendo explicaciones. Heriberto se disculpó diciendo que al ser la 1.ª jornada las fichas aún no estaban “en regla”. ¿Saben la consecuencia? Muchos han aprovechado para jugar con otros equipos en los que no están inscritos. Aunque lamento comunicarles que a partir de la 2.ª jornada cada mochuelo irá a su olivo. O lo que es lo mismo, la organización va a controlar más a los jugadores. Es una pena, yo estoy convencida de que a veces las competiciones deportivas son mucho más interesantes si hay trampas de por medio.